El próximo 26 de octubre se llevarán a cabo una nueva edición de las tan amadas elecciones de medio término. Para la gran mayoría será tan solo una elección más, pero para nosotros, nerds de la política, ninguna elección es una elección más. La idea es llegar preparados para que ese día a las 21 hs. no caigamos rendidos ante los acelerados y alarmantes análisis twitteros de los resultados (con muchos emojis de sirenas) que nos hagan creer que se trata del mejor gobierno de la historia o que a Milei le quedan dos meses.
Pequeña aclaración. No me voy a concentrar en cuestiones como la cantidad de bancas que puede obtener cada frente o cómo quedarían conformados los bloques en el Congreso a partir de diciembre. Eso se lo dejamos a los compañeros de La Nación para el diario del lunes.
Dado que LLA no se presentó a nivel nacional en 2021, por defecto va a ser el partido que más bancas gane si lo comparamos en términos relativos con el resto. Pero eso no le importa a nadie. El mundo en el que vivimos es visual y de conclusiones rápidas. Un mundo líquido, diría Pichetto. Nosotros tenemos que saber en el preciso momento en que salen los resultados si podemos festejar, reír o llorar. Y salir a twittear, por supuesto.
Es por eso que vamos a analizar las dos “fotos” que nos vamos a encontrar en los noticieros esa noche. Por un lado, 1) el % de votos obtenidos a nivel nacional por cada frente y por otro, 2) el color del que se pinta el mapa para entender qué se pone en juego el próximo domingo y cuál es el panorama actual
De esta forma, intentaremos tener un pequeño parámetro que nos permita saber si efectivamente los resultados fueron algo inesperado o no y de paso, puedas salvarte del análisis de cualquier periodista. Aquí vamos:
Foto 1: el % de votos a nivel a nacional
En primer lugar, si queremos medir debemos saber a partir de qué. Partiendo del análisis que realizó @facucruz (link acá) podemos establecer una primera vara para entender cuál fue el desempeño histórico de los oficialismos nacionales en las legislativas intermedias.

Como vemos, el promedio histórico ronda alrededor del 35%. Dicho esto, primer aviso para los voceros de LLA: no salgan a vender resultados grandilocuentes que después la decepción es mayor. Lo vimos los bonaerenses en septiembre.
Del mismo modo, para los queridos compañeros peronistas, no descorchen si vemos un 30% o incluso menos. Si nos fijamos, en el año 2009 el Frente para la Victoria obtuvo un 29% a nivel nacional y Néstor Kirchner perdía la provincia de Buenos Aires frente a Francisco “Alica Alicate” De Narváez. Dos años más tarde, CFK era electa presidenta con el 54% de los votos. Para 2027 falta mucho y en dos años en Argentina pueden pasar muchas cosas…
Ahora bien, veamos lo que respecta a las diferencias entre la primera y la segunda fuerza:

La diferencia promedio entre el primero y el segundo en aquellos casos en que el gobierno nacional perdió las elecciones de medio término (en negrita) fue de 11,66%. Es verdad que, a la elección siguiente, los mismos perdían las elecciones presidenciales, pero ahí me detengo nuevamente en el año 2009 como ejemplo en el que ocurrió lo contrario. Con un solo caso se rompe cualquier ley universal supuestamente. Avancemos
Foto 2: color del mapa
Más allá del resultado agregado a nivel nacional, la otra foto relevante será la del del mapa ya que a simple vista nos permitirá comparar con la elección del 2023 donde el país abandonó la imagen de aquella Argentina “de Boca” del 2019 para teñirse (casi) por completo de violeta, dejando atrás la clásica distinción entre los distritos ricos y pobres.

Justamente sobre esto podemos marcar un punto ya que la novedad que traía LLA en el 2023 era su capacidad de captar electorado de manera transversal. Su base social de votantes estaba tanto en las villas como en los countries. Esto lo convertía en una especie de “centro extremo” que le permitía tomar votos tanto de los sectores bajos, ligados al peronismo, como de los sectores más altos, vinculados a Juntos por el Cambio.
Sin embargo, la última demostración del 6 de septiembre en la provincia de Buenos Aires pareciera darnos la sensación de que esta novedad ya quedó atrás. LLA obtuvo un mejor desempeño en los distritos de mayores ingresos que históricamente eran del PRO/UCR, por lo que suponemos que el voto volvió a asentarse sobre el eje peronismo/antiperonismo y de esa hipótesis parte este análisis.
Acá la idea no es hacer una predicción ni empezar a tirar números de encuestas. No compro de la que vendo. En verdad, nos concentraremos en la oferta electoral y su fragmentación y en particular, la conformación de la oferta sobre la división mencionada previamente. Siguiendo con la idea de que LLA ahora se habría recostado sobre el eje antiperonista, su desempeño va a estar sujeto a la estrategia que lleve a cabo en cada uno de los distritos con este polo.
Teniendo en cuenta esto vamos a partir de la observación de las últimas tres elecciones, entendiendo que el votante no se enfrenta en cada elección hacia un menú amplio de opciones, sino que arrastra una historia y una tradición electoral que lo llevan a inclinarse por determinadas alternativas. En definitiva, “la gente vota lo que vota” y cada polo tiene un número determinado de votantes que no suele alterarse demasiado.
La propuesta entonces es intentar entender qué provincias son las más favorables para el gobierno nacional, cuales menos y en dónde está la mayor disputa. Es así como nos encontramos con las lindas, las feas y las ariscas:
Provincias con dos ofertas competitivas
Dentro de este primer grupo, nos encontramos con aquellas provincias donde la oferta se aglutinó principalmente en dos grandes polos. En otras palabras, entendemos que es en estas provincias donde tanto el polo peronista como el polo antiperonista están concentrados en su mayoría en un solo frente.
La estrategia inteligente del gobierno nacional en estas provincias fue aliarse con los gobernadores no peronistas, lo que le permitió llegar con una oferta potente que tenga la marca de LLA pero que a la vez no pierda el peso del jefe territorial.
Esto hace que, por un lado, estos sean los distritos donde probablemente veamos los resultados más abultados tanto de un frente como de otro y a la vez, donde podemos tener mayor previsibilidad del resultado.
Así, podemos establecer el primer subgrupo de las lindas, donde el gobierno tendría una victoria casi asegurada: CABA, Chaco, Mendoza, San Luis y Entre Ríos. Como vemos, las alianzas con los gobernadores radicales (Chaco y Mendoza) y del PRO (CABA y Entre Ríos), sumado al “gesto” del gobernador Poggi (San Luis) de bajar su lista, le permitirían a LLA aglutinar la oferta del antiperonismo y hacerse con la victoria.
Por su parte, las feas serían: Buenos Aires, Catamarca, Formosa, La Rioja y Santiago del Estero. Estos distritos comparten una serie de características, pero básicamente se trata de provincias afines al peronismo, donde los gobernadores lograron conformar una oferta única. En estos casos, LLA nuclea a la mayoría de la oposición, pero recostado exclusivamente sobre el polo no peronista, lo que lo deja en una posición minoritaria.

En consecuencia, un primer bosquejo de la foto del mapa nos quedaría así:

Provincias con más de dos ofertas competitivas
En lo que respecta a este segundo grupo, vamos a encontrar a todas aquellas provincias donde LLA no llevó adelante una alianza con los gobernadores y aparece una tercera fuerza competitiva que fragmenta uno de los dos grandes polos. Particularmente, nos referimos a la irrupción del nuevo frente que conformaron algunos gobernadores denominado “Provincias Unidas” (por la nuestra, decían algunas malas lenguas) y otros espacios que históricamente operan con una lógica provincial como puede ser el caso de Neuquén o Misiones.
Así, las provincias ariscas se convierten en la atracción del próximo domingo teniendo en cuenta que todas fueron ganadas por Milei en el ballotage de 2023 pero que la fragmentación de la competencia puede llevar a que varias se pierdan. El desafío de LLA reside justamente en ver si es posible polarizar lo suficiente la elección, logrando que el polo antiperonista se encolumne detrás de la boleta violeta.
En este segundo grupo, también es posible marcar una subdivisión. Por un lado, nos encontramos con aquellas provincias en donde la división se da dentro del polo peronista. Estas son: Córdoba, Misiones, Neuquén, Rio Negro, Salta, Santa Cruz y Tierra del Fuego.
Estos distritos comparten una característica y es que todos son gobernados por expresiones disidentes del peronismo que operan bajo una lógica provincial y sello propio. De esta manera, la contienda se va a definir a partir del éxito que tengan los gobiernos provinciales en la retención de su electorado, evitando que se vayan hacia Fuerza Patria y presumiendo que LLA cuenta con una base menor pero unificada.
Un ejemplo que grafica estos casos es el de Córdoba, donde el oficialismo provincial va encolumnado detrás de Schiaretti, pero a la cual se le sumó la candidatura de Natalia de la Sota, quien formaba parte del mismo espacio. Partiendo de números ficticios, si Schiaretti tiene un caudal de 40% y LLA de 30% pero Natalia logra tomar de Schiaretti un 15%, LLA se haría con el triunfo sin tener que sumar ni un solo voto. Como dijimos al inicio, lo que marca la diferencia son las opciones.
Por último, tenemos el resto de casos donde la fragmentación se da dentro del polo antiperonista. Estas son: Chubut, Corrientes, Jujuy, San Juan, Santa Fe, La Pampa y Tucumán. Aquí nos encontramos principalmente con aquellos gobernadores de Juntos por el Cambio (UCR/PRO) que no se aliaron con LLA y llevan adelante un frente propio o que son gobernados por el peronismo como La Pampa y Tucumán pero que la oposición no presenta una oferta unificada.
En estos casos, el desafío para LLA es doble: su disputa ya no solo va a estar contra el polo peronista, sino que debe llevar adelante una disputa hacia el interior de su polo que va a definir al ganador de cada uno de estos distritos.
Por un lado, veremos si logra presentarse como una opción superadora en las provincias donde gobiernan los “ex Juntos por el Cambio” (ahora la mayoría agrupados en Provincias Unidas), teniendo en cuenta que hay un electorado predominantemente no peronista y en paralelo, si logra reunir a la mayor parte del electorado de este polo en aquellos distritos donde el peronismo gobierna.
Dentro de las ariscas, podemos considerar que una victoria de LLA resulta más probable en las provincias donde el polo peronista está fragmentado y menos probable en estas últimas, donde debe llevar adelante esta doble disputa y su polo se encuentra fragmentado. Aquí creemos que resulta más factible que alcance un mejor resultado en aquellos distritos donde el peronismo gobierna dado su posicionamiento como la principal oposición y más difícil en aquellas provincias donde ya gobierna el polo no peronista.

Según lo expresado surge la pregunta entonces respecto a la estrategia o las decisiones tomadas por parte del gobierno nacional. Desconociendo si fue una decisión consciente o no, pero advirtiendo que LLA se había recostado sobre uno de los dos polos, ¿cómo no se establecieron alianzas con el resto de los gobernadores del PRO y la UCR como si se hizo en los casos de Entre Ríos o Chaco? Y aún más, ¿cómo se permitió que aparezcan otras expresiones en aquellos distritos donde gobierna el peronismo y se podía plantear un escenario de polarización mayor?
No le atribuyo toda la responsabilidad al gobierno. Para ser gobernador tenés que ser muy malo, decía un amigo, y no dudo de que hubo elecciones y estrategias deliberadas por parte de todos los actores. No los juzgo, al fin y al cabo, a todos nos gusta ganar elecciones.
Para finalizar, me la juego con una foto del mapa final, pero sabiendo que muchas de las ariscas pueden ser para cualquiera. El naranja corresponde a aquellas listas ligadas al frente “Provincias Unidas”. El verde, en cambio, a aquellas expresiones provinciales que no tienen una correlación a nivel nacional, como, por ejemplo: el “Frente Renovador de la Concordia Social” en Misiones o “Producción y Trabajo” en San Juan.

En definitiva, la elección del próximo 26 de octubre tiene aún mucho de desconcierto. Como vimos, la gran mayoría de los distritos van a estar reñidos (o eso creemos) y tenemos novedades que no vamos a desarrollar en esta ocasión como la Boleta Única de Papel (BUP) que pueden llegar a tener alguna implicancia. A su vez, podremos corroborar si LLA termina por replegarse sobre el polo antiperonista o mantiene en los distritos del interior esa forma heterogénea que le permitió llegar a la presidencia.
Sin embargo, una vez que nos encontremos con los resultados, vamos a poder pensar si efectivamente se trata de una paliza histórica o está dentro de los valores históricos y si eso tiene alguna consecuencia o no en lo que refiere al 2027. ¿Alcanza LLA el promedio histórico del 35% a nivel nacional? En caso de derrota, ¿la diferencia con la primera fuerza es mayor o menor al promedio del 11% que sufrieron los oficialismos anteriores? Con respecto al mapa, ¿el gobierno perdió en provincias en las cuales corría con ventaja u obtuvo las esperadas?
Todas estas respuestas las obtendremos en unos días. Como siempre digo, nada está definido y que sea lo que Dios quiera.
Por Tomás Bastianello