El nacionalismo, entendido como el sentimiento de pertenencia a una nación y -supuesta- identificación con su realidad y su historia, es un movimiento que se presenta como protagonista del panorama político global contemporáneo.
Los movimientos nacionalistas que envuelven la escena están alineados con una concepción reaccionaria que pretende establecer la idea de que la nación se encuentra bajo peligro principalmente por la pérdida de identidad nacional.
Simultáneamente, el Derecho Internacional Público (en adelante DIP), entendido como la disciplina que regula las relaciones entre los Estados y otros sujetos del derecho internacional, y sus instituciones se encuentran atravesando una crisis que tiene como una de sus causantes a los movimientos nacionalistas.
En primer lugar, desde hace décadas que el DIP se encuentra en la búsqueda de consagrar una “ciudadanía mundial”, en la que el individuo sea miembro de múltiples redes, no sólo locales sino también no locales, y el impacto de sus acciones no se reduzca a una sociedad aislada, sino que actúe en beneficio de todas las sociedades. La idea de la pérdida de identidad nacional, la cual se iza como la bandera del nacionalismo contemporáneo, materializa un obstáculo en el objetivo del DIP.
“La idea de la pérdida de identidad nacional, la cual se iza como la bandera del nacionalismo contemporáneo, materializa un obstáculo en el objetivo del DIP.”
El funcionamiento del Derecho Internacional Público implica una cesión de cierta soberanía de los Estados en favor de un orden común que regule determinadas situaciones y relaciones jurídicas. Particularmente, la cesión de los países más poderosos es la que otorga la mayor legitimación al DIP. Es por esto que la idea de la pérdida de identidad nacional, promovida por el nacionalismo de Estados protagonistas del escenario internacional, genera un obstáculo en el desarrollo de la disciplina.
En el poco tiempo transcurrido del año, múltiples figuras políticas se han pronunciado a través de discursos empapados de tintes nacionalistas, los cuales, en algunos casos, se consumaron en políticas públicas.
En el caso de Estados Unidos, el presidente Trump ya es conocido por sus múltiples discursos atacando los objetivos de las instituciones del DIP, particularmente de la ONU. Es interesante recordar que bajo su mandato anterior, Estados Unidos abandonó el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas en el 2018.
Este año, la firma de la orden ejecutiva para sancionar a la Corte Penal Internacional efectuada por Trump, ejemplifica nuevamente cómo el nacionalismo ocupa un papel principal en la crisis del DIP. Estados Unidos, uno de los actores principales del escenario político global, decide condenar un acto realizado por un organismo multilateral adjudicando que éste implica una conducta maligna, que amenaza con infringir la soberanía nacional y socava la labor crítica de seguridad nacional y política exterior del Gobierno estadounidense. Si bien Estados Unidos no se caracteriza por haber seguido plenamente las prerrogativas del Estatuto de la CPI, el acto en cuestión conlleva un ataque hacia la institución y su personal que representa la idea de que el accionar de las instituciones del DIP atenta contra la soberanía de los Estados.
En el caso de Argentina, el gobierno sigue esa línea no sólo reduciendo su participación y apoyo a los organismos multilaterales, sino que también desprestigiándolos públicamente, conformando así uno de los métodos utilizados para dar la “batalla cultural”.
El discurso del presidente Javier Milei en Davos, a principios de 2025, constituye uno de los tantos actos que caracterizan al movimiento reaccionario nacionalista. Milei declara que la “ideología woke izquierdista” colonizó muchas instituciones importantes en el mundo, grupo en el cual obviamente incluye a organismos multilaterales e instituciones del DIP. Esta estrategia construye una narrativa en la que todos los problemas que aquejan a la sociedad moderna se originan en que el debate en las instituciones internacionales fue centrado durante décadas en ideas caracterizadas como socialistas.
En cierta medida, la existencia y actual fama de la narrativa producida se ve posibilitada por la falta de respuesta de las instituciones del DIP frente a múltiples problemáticas del mundo actual. Ahora bien, la falta de respuesta es resaltada por los movimientos nacionalistas para encasillar al DIP como derecho inútil u obsoleto. En las condiciones actuales, esta situación parecería inclinar al DIP hacia un proceso de evolución que implica una gran pérdida del poder material de sus instituciones, que podrá traducirse en la deslegitimación y el desgranamiento de éstas.
En cuanto a los posibles escenarios futuros, si bien no peco de Nostradamus, considero que la crisis del DIP se intensificará y avanzaremos hacia una etapa en la que las relaciones multilaterales entre Estados se desarrollarán cada vez con una menor intervención de instituciones que las engloben.
La principal implicancia de este proceso será la desprotección legal de los Estados con menor injerencia, haciéndose presente un rasgo notablemente colonialista en las relaciones entre los Estados.
“La principal implicancia de este proceso será la desprotección legal de los Estados con menor injerencia, haciéndose presente un rasgo notablemente colonialista en las relaciones entre los Estados.”
Sin embargo, considero que, ante esta situación, nace una oportunidad única para que países como Argentina busquen integrar y fortalecer bloques de integración regionales y no regionales. En un proceso en el que muchos Estados pretenden incurrir en el individualismo como la solución al problema, aparece la posibilidad de que nuevos actores tomen mayor protagonismo a través de la construcción de alianzas estratégicas, que permitan rediseñar el panorama internacional, otorgándoles un rol más activo a estos países en la toma de decisiones.